Pactar sueldos netos

<<- Eso es "Kyiv" de Óskar Schuster.

En una tarde que parece suspenderse en el tiempo, el jefe de Recursos Humanos se encuentra en la cornisa del rascacielos, su figura recortada contra el crepúsculo de la ciudad. Su reflejo ya no está en el cristal de la oficina, sino en el abismo que se abre ante sus pies. Los ecos de los aplausos han sido reemplazados por el silbido del viento, un coro solitario para sus pensamientos.

La noticia del cambio normativo resuena en su mente como un gong distante, marcando el inicio de su agonía. Se acerca más al borde, su corbata, antes símbolo de estatus y seguridad, ahora flota libremente, ondeando al ritmo del viento que azota la cornisa. Cada ráfaga es como un susurro del destino, hablándole de errores, de riesgos, de posibles redenciones.

La melodía de "Kyiv" de Óskar Schuster flota en el aire, como un eco suave y melancólico que envuelve al protagonista mientras se encuentra en la cornisa del rascacielos. La música agrega una capa adicional de profundidad emocional a la escena, tejiendo una atmósfera de contemplación y reflexión.

El viento, frío y cortante, choca contra su cuerpo, pero en lugar de empujarlo hacia atrás, parece invitarlo a reflexionar. Cierra los ojos y respira profundamente, el aire llenando sus pulmones, pesado con el peso de sus decisiones. Siente cada fibra de su ser vibrando con la altura, cada molécula del aire cargada de potencial y peligro.

En ese instante, su vida se despliega ante él como un tapiz intrincado, cada hilo un empleado, cada color una decisión, cada nudo una consecuencia. La culpa lo abruma, sí, pero también lo hace la responsabilidad, la necesidad de enfrentar las consecuencias y corregir el curso. La cornisa se convierte en un altar de introspección, un lugar donde el mundo se detiene y solo quedan él, el viento y el cielo.

Mira hacia abajo y luego hacia el horizonte. La ciudad parece extenderse infinitamente, cada luz una historia, cada edificio un testigo de la lucha humana. Y entonces, su corbata, como si tuviera vida propia, se eleva con una ráfaga particularmente fuerte. Él la sigue con la mirada, viéndola danzar. ¿Es un signo para saltar hacia el final o una invitación a volver a la lucha, a enfrentar las adversidades con renovada determinación?

En ese momento de vacilación, una claridad sorprendente lo inunda. Comprende que no puede permitirse el lujo del abandono, que su caída no sería solo la suya, sino la de todos aquellos que dependen de sus decisiones. Así, con un suspiro que lleva consigo el peso del mundo, da un paso atrás, alejándose del borde.

Vuelve a la oficina, su santuario de crisis y victorias, su corbata ahora tranquilamente posada sobre su hombro, como un recordatorio de lo que casi sucede. El viento sigue soplando, pero ahora, en lugar de susurros de desesperación, trae ecos de esperanza y la promesa de un nuevo comienzo.

La cámara se aleja lentamente, dejando al espectador con la imagen del hombre mirando por la ventana, su silueta ahora calmada, contemplativa. En su mirada hay una mezcla de tristeza, alivio y determinación. El espectador se queda con una sensación de tensión resuelta, de desastre evitado, y la certeza de que mañana será un día de arduo trabajo y valientes decisiones.

La escena finaliza no con un final, sino con la promesa de un continuo esfuerzo y aprendizaje, un tributo a la resiliencia y la capacidad de reconstruirse incluso desde el borde mismo del abismo.>>

-

En el ámbito laboral, uno de los aspectos cruciales a la hora de establecer contratos y acuerdos salariales es la determinación de si el salario se fijará en términos netos o brutos. A menudo, tanto empleadores como empleados pueden verse tentados a pactar un sueldo neto, aparentemente más sencillo de comprender y de calcular. Sin embargo, esta práctica aunque común, puede llevar a consecuencias financieras y legales no deseadas para ambas partes involucradas en el contrato laboral.

La ilusión del sueldo neto

El sueldo neto, o el monto que un empleado recibe después de deducciones fiscales y cotizaciones a la seguridad social, puede parecer la opción más transparente y fácil de entender. Los empleados a menudo prefieren saber cuánto dinero recibirán en sus cuentas bancarias cada mes de manera directa. Los empleadores, por su parte, pueden estar dispuestos a acordar un sueldo neto para que los empleados se sientan satisfechos con una cifra específica y conozcan su ingreso real de inmediato.

La Realidad de las Deducciones y Cotizaciones

Sin embargo, lo que puede pasar desapercibido es que las deducciones fiscales y las cotizaciones a la seguridad social pueden variar con el tiempo debido a cambios en la legislación gubernamental. Un claro ejemplo es la retención del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Si el gobierno decide aumentar las tasas de retención, el sueldo neto de un empleado disminuirá, lo que puede generar insatisfacción y descontento en la fuerza laboral.

El Dilema Empresarial

Para las empresas, pactar un sueldo neto también puede convertirse en un dilema financiero. Cuando se establece un sueldo neto, la empresa asume la responsabilidad de cubrir cualquier diferencia financiera que surja debido a cambios en las tasas de impuestos o las cotizaciones a la seguridad social. Esto puede resultar en un aumento del gasto laboral y, en consecuencia, afectar la rentabilidad de la empresa.

La Solución: Pactar Sueldos Brutos

Una alternativa más sólida y prudente es pactar sueldos brutos en los contratos laborales. Al hacerlo, tanto empleados como empleadores pueden evitar sorpresas desagradables relacionadas con las deducciones y las cotizaciones que fluctúan con el tiempo. Los empleados sabrán exactamente cuánto ganan antes de las deducciones, lo que proporciona una mayor transparencia y predictibilidad.

Conclusión

En resumen, el pactar sueldos netos puede parecer una opción atractiva, pero puede acarrear problemas financieros debido a cambios en las deducciones fiscales y las cotizaciones a la seguridad social. Optar por sueldos brutos brinda una mayor estabilidad y claridad para ambas partes, garantizando que las obligaciones fiscales y las responsabilidades laborales se compartan de manera justa y equitativa. En última instancia, esta decisión contribuirá a relaciones laborales más sólidas y duraderas.

Pactar sueldo netos puede conducirnos a una absoluta falta de conciencia solidaria potenciando la creencia de que el que paga y ha de contribuir con las arcas del Estado es el empresario y el trabajador cuanto menos aporte mejor. En un mundo onírico y precioso en el que todos los negocios funcionan de maravilla sería ideal, que el que trabaja no paga y el que cobra lo paga todo. Pero ésto es la pura realidad y ole por aquellos que pactan netos porque se lo pueden permitir por su margen de beneficio y porque viven convencidos de que su éxito va a ser perpetuo. Incentivar y complementar sueldos con otros beneficios es invertir en la cultura del éxito.

"El salario neto debe ser una referencia, no un yugo: es esencial promover una cultura de responsabilidad compartida y éxito mutuo, más allá de números redondos".

Andrés Defez Moragues

Asesor Contable, Fiscal, Jurídico y Laboral; Administrador Judicial de Empresas.

https://gallart-asesores.com
Anterior
Anterior

Las presunciones

Siguiente
Siguiente

Cómo contabilizar una subvención por la implantación de soluciones digitales [KIT DIGITAL].